Día 573, jueves
"A mí me encantaba el cine", dijo Willy Pacote. "Iba al cine a cada rato y, cuando me metí de lleno en la revista, mandé a que me instalaran una antena parabólica. Podía pasarme semanas enteras mirando películas en mi casa sin ver a nadie. Nunca fui de ir a fiestas o de salir con chicas". Willy se quedó quieto, mirando el horizonte: era un bello atardecer entre las montañas. El clima andino le había cuarteado la piel y llenado de arrugas. Takeshi, que aún no se acostumbraba a la altura, compartía con él una taza de mate de coca. "Eso era a mediados de los ochentas. Luego no sé lo que pasó. Todo perdió sentido para mí. Ya nada me satisfacía. Como nunca me casé ni tuve hijos, empecé a trabajar sin ningún motivo en concreto. Nada más ganaba dinero como un desgraciado sin saber después qué hacer con él. La revista ya no me dejaba tiempo para ver películas". ¿Por eso fue que viniste a parar aquí?, le preguntó Takeshi. Willy se encogió de hombros. "Dime, ¿nunca has hecho nada de lo que realmente te avergonzaras?". Takeshi, apoyando su codo en la mesa, se tocó la frente y admitió: cuando era chico, me gustaba romper la antena de los carros que veía estacionados en la calle. Willy lanzó una carcajada. "Pero sí que eras un degenerado, muchacho". Tenía muchos problemas emocionales cuando era niño, confesó. Los atardeceres en el campamento de la Asociación eran sumamente tranquilos y apacibles. La vida, en aquel lugar, era lo más parecido a estar en el limbo. Sólo de vez en cuando se veía alguna persona atravezar el campamento con el uniforme blanco de la Asociación. La mejor media hora del día era, sin duda, después de la faena laboral. La gente solía reunirse en sus carpas a conversar, tomar mate o jugar algún juego de mesa. En el campamento estaba prohibido el alcohol. "En serio, Takeshi, ¿nunca has hecho nada realmente malo?". Kusunoki se sintió tremendamente mal por tener que admitir que no, que no le parecía haber hecho nada malo alguna vez. Aunque podría estar equivocado, pensó. Podría estar equivocado, dijo. Tal vez simplemente no lo recuerdo. "No", dijo Pacote, meneando un poco la cabeza. "Esas cosas no se olvidan".
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